EL PAPEL DE LOS PROFESIONALES EN PLENA PANDEMIA EMOCIONAL
Hay consecuencias en la salud mental derivadas de la pandemia que empiezan a estallar ahora. Y no es solamente una percepción de los profesionales, si no que realmente las cifras avalan esta sensación: se estima que las consultas han aumentado entre un 20 y un 30% a raíz de la crisis del coronavirus, y las estadísticas indican que la mayoría de los nuevos pacientes sufren problemas de ansiedad, depresión o malestar por hacer las tareas cotidianas y relacionarse con el entorno más cercano.
Estos casos se suman a un empeoramiento de los trastornos mentales preexistentes.
Es lo que algunos ya empiezan a catalogar como una “pandemia emocional”, una situación que nos obliga a realizar un trabajo urgente en educación emocional, por un lado, y en acciones de prevención, detección y actuación, por otro.
El contagio de la ansiedad en el hogar
Si analizamos como está afectando esta “pandemia emocional” según la franja de edad, en seguida nos damos cuenta de cómo influencia el entorno familiar (la capacidad resiliente de la familia, más bien) en la salud mental de los más pequeños. Se ha detectado un aumento de sintomatologías como trastornos del sueño, problemas en la comida, agresividad o tristeza general entre niños y niñas.
Aunque, curiosamente, este aumento no tiene por qué tener una relación directa con el estrés económico de la familia o el hecho de si ha habido o no alguna muerte cercana, sino que tiene que ver con la salud mental de sus familiares directos. Si los padres o los cuidadores están sufriendo ansiedad, lo más probable es que el niño se empape de ella.
Las escuelas son un indicador claro del bienestar de los niños y niñas. Y ahora son muchas las que afirman que se ha notado una importante bajada en las notas.
No podía ser de otra manera, de hecho, cualquier estrés implica dificultades para concentrarse.
Ahora el reto es saber dar a estos niños el margen de recuperación que necesitan, aunque represente bajar un poco las expectativas académicas durante un tiempo.
Por la simple razón que no podemos pedir a los niños cosas que ni los adultos somos capaces de hacer.
Entre los adolescentes, las largas semanas pasadas frente una pantalla están pasando factura.
Han aumentado las dificultades para socializar y, especialmente entre las chicas, los trastornos alimenticios. Se han pasado tantas horas enganchadas a Instagram viendo cuerpos perfectos que ahora tienen problemas de autoimagen por comparación.
Y si en la adolescencia ya existe cierta tendencia a la desmotivación frente a lo que les aporta el mundo de los adultos, ahora este aspecto ha sobrepasado los límites.
Ha incrementado mucho la indefensión que sienten hacia el mundo, la desesperación y la apatía general. Eso repercute directamente en un aumento muy significativo de autolesiones, ideaciones suicidas e intentos de suicidio.
Dejar de actuar cuando ya ha pasado lo peor, el reto
En cuestiones relacionadas con la salud mental, la prevención es básica.
Debemos luchar contra el tabú respecto a ir al psicólogo e inculcar la idea de que ir a terapia debería estar tan normalizado como ir al gimnasio. No hay que llegar al límite para actuar.
Los adultos, si notamos cierto malestar, debemos aprender a contarlo. Hablar de nuestras emociones ya es empezar a hacer un trabajo de descarga.
A veces contar con un amigo de confianza es suficiente, pero en muchas otras ocasiones necesitaremos a un profesional que nos guie en este camino personal.
Y en el caso de los niños, debemos aprender a preguntar más «¿Cómo estás?” y “¿Qué te pasa?», pero sin presionar, sin angustiar. Los pequeños no siempre saben encontrar las palabras para explicar qué les pasa, en este sentido la educación emocional es clave: aprender a poner nombre a sus emociones será, también, empezar a caminar.
En MindBCN nos enfrentamos con estos y otros problemas y tenemos una amplia experiencia en su evaluación y tratamiento.
Cada caso será tratado en profundidad y con el asesoramiento de profesionales, psicólogos y psiquiatras, que le ofrecerán la mejor solución para sus problemas y el acompañamiento necesario durante su tratamiento.